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Calle por casa.

El amor y el dolor llegan a cualquier edad, qué tan pronto pasen lo define el cómo los afrontemos. 25 años tenía Gonzalo cuando rompió con Omaira su esposa y madre de Juan Pablo , al principio la esperanza de una solución u olvido es fuerte, pero no, él nunca olvidó; desde ese día y hace 30 años Gonzalo vive en la calle. decidió dejar todo para purgar el dolor, bajo una alcantarilla pasa todas sus noches, ahí, alejado de toda regla sigue su vida, a su manera y con sus propias normas; tiene la suerte de recibir comida todos los días a la misma hora, como en casa. Una de sus hermanas y su madre saben bien que él tocará la puerta, él sabe bien que ellas le abrirán, una rutina que trasciende los años, comer, fumar, caminar, así pasan los días y se consume su vida, recaída tras recaída, parece no importarle, muchas veces lo ha intentado pero vivir encerrado no es lo suyo y una casa es una cárcel para un ser tan libre, esa libertad que le da el prender un basuco. Comer, fumar, caminar…

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